Tres años después del fallecimiento del artista, sus seis herederos legales siguen sin tener el control sobre el patrimonio. Tras el anuncio de que no había testamento, las cosas parecieron llevar un cauce razonable. Una vez quedó claro quienes eran sus sucesores legales, la empresa que llevaba la administración del patrimonio y los herederos parecían tomar decisiones con cierta sensatez: apertura al público de Paisley Park, publicación de recopilatorios y material inédito, distribución de su música a través de los canales de más repercusión... pero el caso es que después de este tiempo, se han gastado ya 45 millones de dólares en gastos administrativos y honorarios, sin haber llegado a un reparto satisfactorio. A día de hoy, con ciertas desavenencias entre ellos, luchan por quitar el control a la segunda empresa a la que han encargado la administración del patrimonio, los cuales siguen argumentando que no es fácil cuantificar el complicado caudal que tenía Prince, que podría oscilar entre los 200 y 300 millones de dólares. El principal bloqueo para finalizar con toda esta contingencia, parece ser que radica en las deudas que los administradores han adquirido con el fisco, al cual adeudan 31 millones de dólares en impuestos, los cuales se desconoce el motivo por el cual se han dejado ir hasta llegar a esa situación. La deuda sigue aumentando cada día, pues los intereses de demora siguen corriendo. Al parecer, el hecho de que Prince hubiera realizado un testamento hubiera reducido considerablemente esta tributación en su país. Por otra parte, hace unos días se supo la sentencia definitiva por la publicación no autorizada del EP "Deliverance": George Ian Boxil, el ingeniero que tenía las grabaciones, tendrá que pagar casi 4 millones de dólares a los herederos.
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