El cantante norteamericano encantó y deleitó a un público entregado desde un principio
Prince demostró en La Coruña, ante unos 25.000 espectadores, el porqué de su condición de "rey de la década de los noventa"
La Coruña (Redacción, por Alfonso Queijo). Con un espectáculo simple y sencillo, pero brillante y en ocasiones hasta íntimo, Prince demostró en La Coruña, ante unos 25.000 espectadores que presenciaron en directo el concierto y varios miles más a través de las pantallas de televisión, el por qué de su condición de "rey de los noventa", tal como lo han bautizado ya no sólo la crítica, sino algunos de los más importantes "monstruos" de la canción. Con un sonido perfecto y limpio, Prince ha dejado de lado las concesiones al público. El recital, que duró justo hora y media, alcanzó su mayor grado de intimismo, difícil de conseguir ante miles de personas, en dos temas concretos: "Purple Rain", donde se quedó solo con la única ompañía de su guitarra, y en "Nothing Compares to U", canción en la que demuestra su brillante faceta de pianista.
Tras la intervención de rigor del grupo telonero, "Lois Lane", que sólo sirvió para ir "abriendo boca", y después de una espera de cuarenta y cinco minutos, aprovechados por el público para realizar la futbolística ola en las gradas del colegio de Santa María del Mar, Prince hizo su aparición en un escenario austero en comparación con anteriores giras y a cuyos laterales se situaron dos pantallas de vídeo y dos grandes ojos que recordaron al célebre "Gran hermano" creado por Orwell en su obra "1984".
Junto a él, que se presentó con un nuevo "look", sus cinco acompañantes y componentes de su banda: Rosie Gaines, la bautizada por el propio cantante como la nueva Aretha Franklin y que parece tener más "chance" que anteriores acompañantes de Prince, en los teclados y voz; Matt Fink, teclados; Miko Weaver, guitarra; Levy Seacer, bajo; y Michael Bland, batería. Junto a ellos, los tres bailarines, Kirk Johnson, Damon dickson y Tony Mosley.