De Donostia a París (This Is Not Music This Is A Trip)
[...] Las estrellas fugaces volvieron a cruzar el cielo, y el viernes 21 de agosto, día del desplazamiento a París y del propio CONCIERTO, llegó al calendario y a nuestros corazones. Pues bien-bien, vuelvo a verme enfrentado a la hoja en blanco que está esperando a que plasme en ella mis recuerdos de aquel fin de semana en que nuestras biografías, JC, no sólo coincidieron en el mismo filtro, como en Marbella, sino que se entrecruzaron durante treinta y seis horas. Bouf, qué treinta y seis horas.
"Bien está lo que bien acaba", pero JC, como recordarás, llegar antes de las ocho de la tarde a la sala Le Zenith no fue un camino de rosas. Menos mal que todo estaba 'bajo control', que si no...
Me levanté por la mañana con todo preparado de víspera, con tiempo más que suficiente para hacer mis cosas y llegar sin prisa al tren de cercanías que me lleva hasta Hendaya. No sé en qué me entretuve, o qué me complicó el asunto, pero finalmente tuve que ir hasta la estación perdiendo el culo, con una gotilla de sudor recorriéndome la frente. Pero lo cogí. Bien. Tranquilidad. Llegué a Hendaya minutos antes de las nueve de la mañana. Contigo había quedado entre las nueve y las nueve y cuarto; el margen tampoco era tan amplio porque el tren salía a menos veinte. Permanecí por allí, ojo avizor, tan tranquilo. Entre las 9'15 y las 9'20 mi cuello parecía estar en un partido de tenis mirando repetidamente a derecha e izquierda. De 9'20 a 9'30 me puse nerviosísimo. Trataba de tranquilizarme pensando en que la posibilidad de que NO llegaras era del 0%, pero tío, a menos veinticinco yo tenía que pasar la barrera de control con mi billete y con el tuyo, tú ya no podrías montarte en el tren. Mi cuello pasó a estar en un convulsivo partido de ping-pong, ping-pong, ping-pong. Y, JC, entre las 9'30 y las 9'35 estuve a punto de perder los papeles, me puse histérico. Me acerqué a la carretera central y oteé a la distancia sin verte por ningún lado (pensaba que vendrías andando). Aproveché la coyuntura y empecé a dar golpes a un robusto e inocente árbol, "me cago en la puta", "¡me cago en la puta!", "¡¡¡me cago en la putaaaa!!!". Cuando te vi bajar de un coche en el puto último segundo, lo único que te salvó de una horrible y cruenta muerte fue que no tenía tiempo para matarte, y que tú llevabas la misma cara de susto que yo. Cojones, cojones, cojones, qué peaso de susto me diste, joder.
Tú intentabas disculparte, y yo te decía (o sólo lo pensaba, o yo qué sé): "¡corre, cabronazo, que perdemos el puto tren!". Tras un andén arriba y un andén abajo puse mi culo en su asiento correspondiente y, con 220 pulsaciones por minuto, fui feliz. Tú seguías con tus explicaciones y tus disculpas, pero a mí todo ya me daba igual, ya estábamos en el tren, y el tren arrancó... bien está lo que bien acaba. Nos vamos a Paríssss......
Supongo que fruto del nerviosismo de aquella jodida media hora tuve un viaje de incontinencia verbal, y no me callé ni debajo del agua; creo recordar que hablé hasta por las orejas, quizá tú lo recuerdes mejor que yo, que ya había puesto todos mis 'chips' en la capital francesa, en Le Zenith, en el Concierto. Bueno, vale, y un poquito en la chica que debía haber estado sentada conmigo, ¿recuerdas qué pedazo de bellezón? A ti te había tocado un gordo con su inseparable chuchillo asqueroso. Pero además de guapa, la chica aquella era simpática y comprensiva y te cedió su asiento a cambio del tuyo; la verdad es que que sigo sin saber por qué nos los dieron separados, aunque ya no importa.
Llegar a París y que se pusiera a llover no me gustó nada, puto clima. Me sorprendió lo fácil que encontramos el FNAC y lo fácil que resultó recoger tu entrada que, como sabes, me había ocasionado esos días más de un quebradero de cabeza al haberla pagado con la tarjeta de un amigo. Menos mal que algo salía bien a la primera, porque la siguiente fue cagarla con la estación de metro, malditos nombres (casi) iguales. ¿Recuerdas qué situación tan estúpida sin encontrar la calle en el plano? Pero lo que ya fue totalmente surrealista, buñueliano, hitchcockniano, fue lo de llegar al hotel y que nos dijeran que nuestra habitación estaba inundada, y que, muy amablemente, eso sí, nos mandaran nueve kilómetros hacia la izquierda del mapa (¡¡No me jodas!!) Volví a ponerme bastante nervioso con tanto pequeño contratiempo y me confundí de andén, de dirección, en el metro. Menos mal que me di cuenta antes de montarnos en dirección contraria porque, si no, ya me veía en el concierto con la maleta a cuestas. Llegar al hotel 'reserva' y comprobar que era bastante mejor que el 'titular', empezó a poner las cosas en su sitio. Tras los preparativos mínimos y la organización del trayecto... ¡Vamos al Zenith! A ver qué se cuenta el prins esta noche, a ver cómo se lo monta después de lo que hizo en el coto de Mr. Gil y Gil. Yeaaaah!!!!!!!
A las 19'15 ya estábamos merodeando por los aledaños de Le Zenith. Lo que más me sorprendió de aquel momento fue la tranquilidad y lentitud con que la gente entraba al recinto. "Qué pasa, ¿toda esta peña estará sentadita?". Al entrar al pabellón (¡¡¡bien!!!) deambulamos por un pasillo en el que estaba colocado un puesto de 'merchandising' y en el que te abordaban los "cesteros" con sus bocadillos y sus latas. Enseguida encontramos la letra que correspondía a nuestras localidades. Por el murmullo que se percibía empecé a temer que nuestro sitio no iba a ser el que yo me había imaginado desde que un colega me había explicado la historia de las zonas acotadas. Como así fue, nuestros asientos estaban en la grada, bastante más lejos de lo que yo (y tú) hubiera deseado. La verdad es que ya me extrañaba a mí que pusieran sillas delante del escenario, pero bueno, cosas más raras ya se habrán visto, digo yo. También me llamó la atención lo cerca que estaban nuestros asientos, para haber sido pedidas las entradas por separado.
A mi izquierda había un señor grandote de unos 55-60 años. A su izquierda ya estaba el pasillo y la acotación de la boca de entrada y salida. Delante suyo había una señora que debía ser su esposa. Afortunadamente, tuve algo más de suerte con la 'compañía' de mi derecha, un hermosa morena que estaba, eso sí, acompañada por una especie de Lenny Kravitz versión franchute. El señor de mi izquierda se fumó (y me obligó a fumar) doscientos cigarrillos a lo largo de la noche. El desagradabilísimo olor a tabaco empapelado se mezclaba, menos mal, con el exquisito aroma a mermelada de frambuesa que emanaba la chica de mi derecha. Mmmmh, JC, qué delicia, olvídate de los cigarros, ese olor a frambuesa se me metió muy dentro y no se separó de mí en toda la noche. Creo que incluso más allá...
¿Se pondrá la gente de pie o permanecerán sentaditos?, me planteaba yo. La respuesta en breve. No puedo decir que MUSICALMENTE recuerde muy bien la actuación de LARRY GRAHAM, lo que sí recuerdo es que puso todo PATAS ARRIBA. El Lenny K. que acompañaba a mi vecina se levantó de su asiento en la segunda o tercera canción, y se fue por ahí. Eso nos vino cojonudamente a ella y a mí, pues a la hora de bailar teníamos tres sitios para cuatro piernas. A mi alrededor el 95% de la peña permaneció sentada, incluso a mi vecina le costó un rato levantarse. Al principio yo estaba algo cortado, pero pasaba de todo, claro. De vez en cuando miraba hacia atrás y veía que tú habías tenido un poquito más de suerte con tus vecinos. Creo que Larry Graham fue una imponente forma de calentar aquello, me pareció una sobrada, un fenómeno. Conocía muchos de los temas pero ya sabes que LO MÍO no es la música y me falla mucho la memoria. De todos modos fueron cincuenta minutos increíbles, sensacionales.
Tras el largo parón para retocar el escenario, comenzó CHAKA KHAN. Jo, qué pena, tío. Ahí la gente se sobró. A mí tampoco me enganchó con su voz o sus canciones pero, joder, como me decía luego mi vecina, Chaka es una gran estrella en los Estados Unidos, no había derecho a que la gente se portara así de mal con ella. Quizá recuerdes que durante el recital de Chaka mi vecino de la izquierda me tiró del brazo y me "invitó" a que me sentara. Yo me hice 'el orejas': "no, no, yo prefiero bailar, gracias" (en francés, claro) y él mordisqueó un cigarro diciendo: "estoy empezando a ponerme nervioso". Glups. Así que durante un buen rato creo que batí el récord mundial de bailar dejando paralizado todo el lado izquierdo del cuerpo. El problema vendría luego, cuando saliera al escenario. ¿Qué pretendería ese hijoputa? ¿que me estuviera quieto? ¡¡Y una mierda pa'él!! Cuando saliera al escenario yo iba a dar volteretas si hacía falta, y si el tío ese insistía en ponerse borde, pues... en fin... ya veríamos.
Je jee, no tuvimos que "ver" nada, porque en cuanto empezó el turno de (tras una exageradísima pausa) el señor este se apoyó en la barandilla del pasillo y allí se quedó, así que yo bailé, salté, brinqué, todo lo que me salió de la polla. El porcentaje de 'sentados' disminuyó pero -a mí me sorprendía- muchos siguieron con el culo pegado a su silla. Si a mí me hubieran obligado a estar sentado apuesto a que el plástico se habría derretido, yeaaaah!!
Y bueno, qué podemos comentar del apartado musical del concierto de . Estarás de acuerdo conmigo (o quizá no) que el MOMENTO ESTELAR de la noche fue la Supertraca "I Could Never Take The Place Of Your Man", "The Cross (mini intro), "When You Were Mine" y "The Ride". Tío, ya te lo dije setenta veces, aquel "The Ride" me superó, me entusiasmó, me maravilló, me fascinó. Pero cuando un rato antes había empezado el "I Could Never...", joder, eso sí que es explotar un cerebro, qué momento. Otra pincelada deliciosa fueron los acordes de "Venus de Milo" y, de lo mejor de la velada, el "The Most Beautiful Girl In The World", qué dulce brutalidad, uf. ¿Y cuando empezó a tocar "Forever In My Life"? ¿qué se puede decir de ese momento? Recuerdo que en Marbella, en los acordes iniciales de "Love... Thy Will Be Done" te dije: "One Of Us". Tú respondiste: "Sí, puede ser". Y yo bromeé: "Si no es "One Of Us" es "Forever In My Life"". Con una cara de susto de cojones creo que balbuceaste un "¡No jodas!", y yo añadí: "Si toca ESO ya nos podemos ir". Y comenzó el "Love... Thy Will Be Done", así que nos quedamos a ver el resto. Pero JC, en París el "Forever In My Life" se consumó en una realidad poderosísima, ya nos podíamos ir. ¿Irnos? Allí hubo una traca final tremenda, absoluta, llena de bombazos. Lo que habíamos perdido en cercanía al escenario y empujones y sudor, lo habíamos ganado en calidad de sonido. Joder, cómo sonaba todo, ¿eh, JC? Cualquier ruidito que saliera por los bafles llegaba a nuestros oídos. Y de mis oídos llegaba todo a mi cerebro, y mi cerebro no sé ni qué hizo con todo aquello, supongo que lo procesó y lo almacenó a la espera de grabaciones pirata, o no tan pirata (había mucha cámara por allí)
¡Aquello acabó a las dos menos cinco de la mañana! No resistí la tentación y le di dos besazos a la anónima chica que me había acompañado durante toda la noche. Su fragancia a mermelada de frambuesa se eternizó en mi mente y nos despedimos. Ya no había metro, y tras descartar la posibilidad de un aftershow nos encaminamos hacia el hotel. Supongo que estábamos en una nube, pero creo que nos arriesgamos un poquillo más de lo recomendable al cruzar tan campantes y con nuestra pinta de guiris un barrio de las afueras un tanto 'así'. Pero bueno, aquí estamos, ¿no? Cogimos un taxi y, hala, hasta la puerta.
Me pasé toda la noche soñando que daba un aftershow en los alrededores de mi casa en Donosti, jódete. Era una historia curiosa aquella de mi sueño, porque la gente se acababa marchando para ir al currelo y quería seguir tocando mientras hubiera alguien. Al final yo era elegido para que si yo aguantaba continuaba. Y chorradas parecidas. Joder, no recuerdo el repertorio, pero te aseguro que en mi cerebro hubo un aftershow esa noche.
Me desperté feliz de la vida. Tío, experiencias como el concierto de la noche anterior, más todo lo que había rodeado a nuestra estancia allí (¡estábamos en París!) me dio una vidilla enorme. "(I Like) Funky Music, (I Like) Funky Music...", yo cantaba y bailaba, y tú no conseguías abrir los ojos. Cuando pudiste hablar, dijiste: "DMSR, ¿dónde guardas las drogas, mamonazo?". "¿¡Drogas!? ¡qué drogas! ¡el funky es droga! ¡LoveSexy es droga!". Y no podía parar de mover el culo.
Después de un copioso e histórico desayuno nos fuimos del hotel. Tras un fallido intento de ver el "Arco del Triunfo" desde dentro, nos encaminamos por los "Campos Elíseos". Tras enredar por la Virgin nos tomamos unas coca-colas mientras yo escribía mis postales. Nos pegamos una buena caminata hasta divisar la estación de Montparnasse. Comimos en un burger lleno hasta los topes, compraste unas cosillas para regalar a tu hermana, y al tren. Y se acabó: destino Donosti. Bien está lo que bien acaba. ¿Mereció la pena, JC? ¿Mereció la pena irse hasta París a vivir otro concierto de ?
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIÍ !!!!!!!!!!!!!!!!!!
Escrito por DMSR.
Publicado el 29 de marzo del 2004.
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