10 de junio de 2012

Celebration 2002. Sheila E.!


Para la segunda entrega de recuerdos y vivencias en Paisley Park, DMSR se pone serio. La ocasión lo merece: voy a hablar de Sheila E. 

El poder evocador de la música está fuera de toda duda. Hay canciones, melodías, que nos acompañan y conviven calladamente con nosotros. Podemos estar años sin escuchar esas notas y al hacerlo, un mundo de sensaciones acude a nuestra mente para transportarnos, en un trepidante viaje por el tiempo, al momento en que esa música nos hizo amar o llorar o reír... o volar. La música emociona. La música que nos gusta es magia, aún mejor, es POESÍA: 

                              "Sonreirán tus ojos, 
                              con encanto de una rosa 
                              que es ella y recuerdo de otra rosa" 
                                                          (Luis Cernuda) 

En Paisley Park, la segunda noche, yo me encontré cara a cara con la poesía, con la magia. Mi mente viajó en el tiempo y sintió el penetrante poder evocador de la simple presencia de Sheila E., mujer y músico a la que -seguro- todos respetamos y admiramos. Yo estaba ansioso por descubrir qué sentimientos me iba a despertar Sheila E. catorce años después de LoveSexy. Y el encuentro fue brutal. Descubro ahora que las palabras, tan fáciles otras veces, se me hacen espesas. 

Sheila E. tiene un aura que impide que mires a otro sitio cuando ella está sobre el escenario. Su forma de andar, de moverse, su dulce y pausada voz, su capacidad para hacer saltar al público con sus tambores y para emocionar a las piedras... yo no he visto en mi vida nadie igual a Sheila E. 

Su concierto, aquella noche del 22 de junio, me gustó a rabiar. Supo ganarse a la gente con el repertorio y su 'savoir faire'. Yo estaba a no más de dos metros de ella cuando cantaba en el micro central. Generalmente, no soy muy chillón, me gusta más escuchar y observar. Sin embargo, con Sheila E., tan hermosa, tan cerquita que casi la podía tocar, no podía reprimirme y le gritaba unos castizos: ¡¡GUAPA!! ... ¡¡GUAPA!!, aunque también he de decir que no hizo mucho caso. Paradójicamente, cuando se alejó y se sentó para aporrear su batería respondió un par de veces a los gestos que le hice. ¡¡De todo el público presente, en ese instante, Sheila E. me miraba sólo a míííí!!!! 

Pero he dicho al principio que hoy quería ponerme serio. Y quiero hacerlo porque voy a hablaros de lágrimas: las mías y las de Sheila E. 

Si tuviera la obligación de escoger tres momentos de los catorce conciertos de la Celebration, uno de ellos, sin dudarlo, sería cuando Sheila E. empezó a cantar a dos metros de mi alma "Noon Rendezvous". De esa canción yo sólo conocía la versión de Prince del B*TLG "Neon Rendezvous", en fin, qué os puedo contar...  Cuando empezó a cantar Sheila, el PODER EVOCADOR, unido al momento, hizo que mi corazón se deshiciera como una flor seca, y dos lagrimones cruzaron mis mejillas. La rosa volvió a ser ella y recuerdo de otra rosa. Media vida me pasó delante de los ojos en los escasos minutos que duró la canción. 

Algunos ya habréis escuchado el B*TLG de esta actuación. Como sabéis, está incompleto. Dejad que os cuente. 

Por el tiempo que llevaba sobre el escenario no podía faltar mucho para el final. Todo se había desarrollado con normalidad y el show, como ya he dicho, estaba siendo una gozada. Sheila E. tomó el micro y empezó a cantar una cancioncilla, una cosita muy simple, algo que yo no reconocí. Nada más empezar, paró en seco e hizo algún gesto como de llorar. Yo la tenía delante y no estaba seguro de si "el numerito" formaba parte de la actuación; la banda no había dejado de tocar, Sheila volvió a coger el micro y, de nuevo, tuvo que parar. Vi que era real, que tenía un nudo en la garganta. Por tercera vez tomó el micro y explicó [eso creí entender] que ésa era una canción muy especial para ella. Arrancó, y por tercera vez, y ya con lágrimas en los ojos, dejó a la (perpleja) banda y se retiró del escenario. Desde mi privilegiada posición yo podía verla, sentada a solas entre bastidores, llorando desconsoladamente, secándose la cara con una toalla. Dios mío, qué momento. Tardó un rato en volver... pero consiguió terminar la "pesadilla" de canción. Hizo un bis final y se acabó el concierto. Se acercó a donde yo estaba y estrechó algunas manos, entre ellas la mía. "¡Thank you!", intenté hacerme escuchar. 

Seguramente nunca sabré qué canción fue la que hizo llorar a Sheila E. aquella noche, sólo sé que para ella -y sucedió ante mis ojos- la rosa volvió a ser ella y recuerdo de otra rosa. DMSR'2003.



Escrito por DMSR.
Publicado el 12 de enero del 2004.
Extraído de su publicación original en www.prince.arrakis.es de fecha 30 de enero del 2003, con la autorización del autor.

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